Y... Primer Encuentro ¿Casualidad o Destino?

Su corazón bombeaba con tanta fuerza que estuvo seguro que se saldría de su pecho, además estaba algo mareado y desorientado, pero no dejo que eso lo detuviera, jadeo, el aire no llegaba suficiente hacía sus pulmones, estaba tan agitado que había olvidado como respirar, sus pies se movían con torpeza, arrastrando aquel viejo mayordomo que apenas podía seguirlo el paso, pero aunque se preocupara por el y se sintiera mal, no podía detenerse porque ¡Joder! su prometido estaba sufriendo y era algo que no iba a soportar, además el estaba sufriendo lo que el pelinegro, su cuerpo también temblaba y estuvo segur de no ser porque se estaban conteniendo se hubiera soltado a sollozar como un niño pequeño, se sentía tan desesperado y asustado que su mente no tenía nada más que saber que era lo que su prometido tenía. Abrió la puerta y lo primero que su cuerpo quiso hacer fue dar un gran salto hasta quedar a su lado, pero el mayordomo se lo impidió fue la primera vez que gruño de forma peligrosa, retrocedió unos pasos de forma inconsciente, puesto que el anciano quisiera o no, tenía más experiencia que el. -P..pero Yo... ¡Oiga!- chillo cuando la puerta fue cerrada frente a su rostro, lanzo un gruñido y sus brazos se alzaron golpeando la puerta con fuerza, tal vez suficiente para tumbarla, para su sorpresa esta no cedió -¡Dejeme entrar! ¡Hibari! ¡Quiero estar con el! ¡Abra esta puerta! - siguió golpeando con fuerza, más sin embargo, al escuchar ese grito proveniente del interior de la habitación, lanzo un jadeo de sorpresa y preocupación, sus ojos se llenaron de aquel brillo oscuro y se mordió el labio, golpeo con más fuerza y vehemencia la puerta -¡Hibari! ¡Hibari! ¡Abra la puerta!- gruño, frunciendo el ceño, haciendo puños sus manos hasta ponerlas por completos blancos, su corazón bombeaba con rapidez, un pitido en sus oídos le daba a entender que estaba más alterado de lo que esperaba y deseaba, estaba asustado, lo admitía, tenía pavor de que algo malo le pasara a su prometido. Detuvo todo su golpeteo y gritos cuando observo que la puerta empezaba abrirse, por lo que retrocedió un paso sutilmente, nervioso, miro al hombre salir de aquella habitación, con aquellas manos llenas de sangre y jadeo, asustado, al momento que su cuerpo se precipito hacía adelante, más sin embargo, aquellas palabras le tomaron por sorpresa, su cuerpo se tenso y sus ojos se movieron con rapidez al igual que su cabeza, esta le hizo con un movimiento tenso, ¿Como... Como era que lo sabía? Miro unos instantes aquel hombre mayor y movió su cabeza, haciendo una sonrisa de medio lado, después de todo, si llegaba a herir a Hibari, lo mejor sería morir, apenas el otro avanzo, el se adentro al cuarto y se acerco al menor, a su prometido, no tardo mucho en tomar aquellas mejillas con delicadeza, sintiendo algo húmedas estas, trago con dureza, mirándole, mientras sus ojos reflejaban la preocupación que sentía -¿Estas bien?- murmuro, sintiéndose idiota por preguntar algo tan idiota, sus labios besaron sus mejillas con dulzura, suspirando un poco más tranquilo.

Su corazón aun estaba latiendo con rapidez, con fuerza y al mismo tiempo con miedo, se estrujaba con una fuerza que le hacía perder el aliento sin compasión, su corazón estaba en su garganta, palpitando y haciendo un ruido extraño en sus oídos, no escuchaba nada más que el sonido de sus pisadas adentrándose aquella habitación, sintiendo un pánico descomunal, ¿Y si algo malo le había pasado a su prometido? La sangre se le congelo en las venas al ver aquella escena, se odiaba, se aborrecía, por no poder ayudar al más joven con eso, sus piernas temblaron y se acerco con algo de torpeza, cuando estuvo cerca del menor, sus brazos no se quedaron cortos ni quietos, cayó de rodillas junto al menor, y sin importar llenarse de sangre, lo acurruco contra su pecho, con fuerza, su cuerpo temblaba, tenía miedo de perderle a el también. Podía sentir como su pecho quemaba, estaba asustado y un mal presentimiento lo perseguía -No... no tienes que disculparte- susurro con voz ronca y suave, besando su coronilla. Sintió como aquella cabeza negra se acurrucaba contra su cuello y sus manos acariciaron con suavidad su espalda, tratando de darle seguridad, escuchando atentamente lo que decía... Sus caricias se detuvieron, sus brazos se tensaron y sus ojos se abrieron con sorpresa ante aquella revelación... ¿Que el que? ¿Porque el? ¿Porque no podía ser feliz? Su ceño se frunció, sus ojos ardían, pero no dejaría derramar ninguna lagrima, no frente a su niño, ahora lo necesitaba, solo tardo algunos segundos después de todo aquello en reaccionar, lo aferro contra su pecho, besando su frente, con algunos mechones atravesándose entre la piel suave -Eres cruel- murmuro con voz gruesa, levantando con suavidad el mentón ajeno, haciendo que sus ojos ámbar, con un toque triste y preocupado le mirara -Me quieres separar de tu lado aun cuando te dije que no lo haría- susurro suavemente, besando sus labios -No me iré, prefiero morir a tu lado, antes de abandonarte Hibari- murmuro, haciendo que ambas frentes se pegaran, suspirando -Pelearía con el mismo demonio por tu vida, cambiaría mi alma por la tuya sin dudarlo- dijo amablemente, acariciando sus mejillas -No me pidas que me separe de ti, que deje de amarte, porque nunca lo are... ¿Recuerdas? Soy persistente- se rió entre dientes divertido.